La trama es una curiosa mezcla de amistad, rencores, miedos y envidias con momentos divertidos, surrealistas y tristes. Especialmente cuando se tocan temas tan difíciles como el maltrato o el alcoholismo… Con una prosa muy ácida, la autora nos habla de la soledad, la vejez, el odio, la mala calidad de vida de la Rusia post-comunista en la que prácticamente todo funciona a base de sobornos y de cómo los animales son los únicos que ponen una nota de alegría en la monótona vida de los ancianos protagonistas. Mediante esa misma prosa acerada y surrealista también nos muestra el lado contrario, como Mitia, disfruta maltratando y capturando animales. Y cómo deja de ver el mundo como un lugar infernal cuando alguien se cruza en su camino y le hace recordar sentimientos que tenía dormidos en el fondo de su alma a consecuencia del terrible maltrato que sufrió de niño. Pero sobre todo, es una historia sobre el amor a los animales. No en vano, Galina y el resto de protagonistas de la novela, se ven envueltos en más de un complicado entuerto para salvar la vida de una perra callejera de tres patas que es el sol alrededor del cual gira la vida de Galina. Una historia diferente y un soplo de aire fresco en el mundo editorial.
hace 7 años