Cuando se lee Paul Pen, hay que saber que uno se mete en un peculiar mundo tan duro y tan oscuro, que te despelleja el corazón. Todo es tan real y tan posible, que da miedo. Hay gente así, tal como lo describe el autor, gente sin alma que deja a su alrededor tanto daño y tanta amargura que es como si explotara una bomba atómica, y lo de alrededor se queda desierto de sentimientos. En mi cabeza no podía imaginar que, al lado de la carretera, cualquier hotel de esos de paso, tenga tanta historia tan inhumana. ¿Se puede ser más inhumano? Seguro que se puede, pero mi imaginación no llega nunca a pensarlo. Por eso me quedo con la boca abierta cuando leo a Paul Pen. Es una novela muy dura, pero muy adictiva, te mantiene pegada, mi caso, a los auriculares. No es de terror, ni gore, es ni más ni menos que bajar a las oscuras profundidades del alma humana.
hace 3 semanas