Cuatrocientas páginas y ni el más mínimo rastro de talento. La historia intenta reproducir las andanzas de un diplomático brasileño durante la dictadura militar y al término de la misma. El supuesto interés de la novela estriba en la argucia del protagonista, apodado Max, para mantenerse en el poder bajo cualquier circunstancia. La triste narración resulta tan simple, plana y obvia que el relato termina por volverse realmente insufrible. De hecho, el supuesto hilo argumental se ciñe a la crónica conocida de aquellos años a través de insulsas conversaciones pretendidamente cáusticas y sorprendentes pero lamentablemente infantiles e impostadas. Para colmo de males, la narración en primera persona es tratada como si el relator fuese en realidad omnisciente. Y para rematar, nos encontramos con una prosa que intenta parecer culta e irónica pero resulta de una miseria total tanto en sintaxis como en el uso de recursos literarios (ejemplo: "...no pude dejar de concordar con el mensaje que su cuerpo me enviaba: sí, eran muy bellas sus curvas. Y estaba bien que así fuese, pues el viaje que se aprestaba a hacer con su compañero no incluiría líneas rectas"). En resumen, un despropósito desde todos los ámbitos.
hace 7 años