Fue en enero de 2003. En el buzón de la casa familiar, entre las tarjetas de felicitación habituales, apareció una extraña postal sin firma. En el anverso, la Ópera Garnier, y en el reverso, cuatro nombres propios: los de los bisabuelos maternos de Anne Berest —Ephraïm y Emma—, y los hijos de estos...