Esta es mi impresión al empezar la novela: bien escrita, con pequeños giros dentro de la trama (algunos no me los esperaba) que han resultado certeros. También me estaba gustado que el autor reservara datos del accidente de sus padres, con lo cual, a medida que iba avanzando en la lectura, me producía curiosidad el accidente. Lo mismo pasa con la relación entre los hermanos. Otro aspecto positivo son los diálogos. Parecían conversaciones auténticas que podrían darse en la vida cotidiana. Nada forzado. Asimismo, los personajes evolucionaban de forma correcta a medida que se iban desentrañando cosas del pasado. Sin embargo, al hablar de los contras, me chirriaban las particularidades de una familia de titiriteros. Al igual que algunas cosas no terminaban de convencer. Había detalles que me parecían inverosímiles, le quitaban credibilidad. (A continuación hago spoiler), como por ejemplo cuando Mark recordaba un accidente que había tenido a los ¡dos años! Un auténtico disparate. Cómo iba a recordar tantas cosas siendo tan pequeño. Y de verdad, ¿el daño de un alfiler en un ojo a la protagonista por un títere es la mejor ocurrencia del escritor? ¿se come una tortilla francesa y papas fritas con cebolla frita cubiertas de queso americano fundido después de vomitar? Absurdo. Y así varias cosas. A mitad del libro se me hizo tedioso. En el momento que Mark cuenta a Louis en el bar como había sido sus últimos años de vida. Sin diálogos, se hacía cuesta arriba. Y lo que contaba no me despertaba nada de interés. Y la historia fue perdiendo sentido. La trama me empezó a parecer muy floja, una historia para niños. Además, le faltaba ritmo. Por momentos me parecía que daba muchos detalles pero no avanzaba en lo importante. Había perdido todo el interés. Pero no iba a abandonarlo. En resumidas cuentas, aunque al comienzo logró engancharme, después se empezó a caer a pedazos. A pesar de ello nunca quise abandonarlo y me ha entretenido pero no lo recomendaría. Mi nota final es un: 5 -5,25. Bastante flojo para lo que prometía.