Tiene cosas interesantes, como constatar que las victorias de Don Quijote se equilibran con las derrotas, que la cena que preside en la venta con otros doce comensales parodia la Última Cena, seguido de quedar colgado de la ventana que sería como su crucifixión, o que en las novelas de caballerias se recogen escenas no menos grotescas que en el Quijote.
Dicho esto, Nabokov hace una lectura demasiado superficial del libro. Empezando por lo de las novelas de caballerías, es cierto que en origen ya son grotescas, pero en su propio universo son naturales. No menos grotesco es que un tío en mallas con los calzoncillos por fuera pueda volar y le reboten las balas, pero en el universo de supermán se acepta como natural. La diferencia en el Quijote es que Cervantes no se limita a copiar ese tipo de situaciones, sino que las confronta con el mundo 'real'. Recordando la serie Big Bang cuando Leonard, Sheldon y el resto se disfrazan de superheroes con músculos de espuma y ven que les desvalijan el coche, ¿Qué puede hacer la liga de la justicia? Darse la vuelta y hacer como que no han visto nada. Ahí está la comedia... y la tragedia. Y es el tipo de situaciones que se crean por primera vez en la literatura con el Quijote.
Tampoco parece entender una de las primeras aventuras de Don Quijote, en la que por otra parte no tiene nada de oscura ni hay ningún elemento de dierencia cultural que esonda su mensaje. El zagal que ha perdido unas ovejas y el dueño que le da correa, Don Quijote hace que pare, pero en cuanto se da la vuelta no sólo continuá el castigo sino que se duplica. El mensaje es meridianamente claro, la buena intención no es suficiente, o más allá incluso. parafraseando a Pérez-Reverte, más daño hace un tonto bienintencionado que un malvado. Sin embarco cuando Nabokov hace referencia a este pasaje no es capaz de verlo. Cuenta el suceso entre sus victorias, cuando para mí es una derrota, Don Quijote no pretende ganar una pelea o quedar por encima sino detener en castigo, que si bien no es injusto del todo sí podemos pensar que es desproporcionado, sin embargo el resultado es justo al contrario de lo que se pretendía.
Tampoco ve ninguna pizca de humanismo en el libro, sólo un libro cruel, de un humor medieval. Sin entrar en sutilezas de otros críticos que sí ven trazas de jesuitismo o erasmismo, nos quedaremos con lo obvio. La defensa de la libertad del individuo que hace Don Quijote, por ejemplo en la escena de los galeotes. O la dignidad que conservan los protagonistas, incluso en sus momentos más bajos (Nabokov si lo detecta cuando Sancho abandona el gobierno de la Ínsula Barataria, pero no parece reparar en ello en el resto del libro) son ideas nucleares del pensamiento humanista más alla de como lo desarrolle cada pensador.