En 1888, Augustin Leprince alcanzó la meta que perseguían muchos otros inventores: grabar el movimiento. Dos años después, el autor de las primeras escenas jamás filmadas se subió a un tren en Dijon. Nunca más volvió a saberse de él. ¿Fue víctima de un crimen por dinero? ¿Decidió desaparecer volunta...