-Vamos, señorita Fenwick -dijo la señora Wentworth y, tras cogerme de la mano, comenzamos a bajar la escalinata de la entrada. Eché la vista atrás y vi cómo el brazo de mi madre corría las cortinas de la ventana que daba a la calle y su figura pasaba a ser una silueta. Luego agachó el cuello y, tras...