Si hay algo que da felicidad a Margherita, aun en los días más tristes, es cocinar. Incluso ahora que ha tomado la dolorosa decisión de abandonar a su infiel marido, y coger su maleta, a su perro y a sus dos gatos para volver a Roccafitta, el pueblo de sus padres en la Toscana. Allí, entre las colin...