Cada poema se dedica a un árbol particular, de los que abrigaron la vida del poeta y sostienen el cielo americano: la ceiba, el jocote, el panamá, el cacao, el mango, el jenísero y el jícaro. Con rasgos de precisión botánica, se convierten en figuras dramáticas al modo de los guerreros de Esquilo, q...