Kayla, movida por un impulso, decide invertir todo el dinero heredado de su abuela en un cuadro del siglo XIX de enormes proporciones. Al colgarlo en el salón de su diminuto piso, le espera una sorpresa: Jago Kerswell, el caballero del lienzo, puede moverse y comunicarse con ella. Intrigada por la tragedia que le explica Jago, Kayla decide ayudarlo para que su espíritu se reúna con su amada y con ese fin, emprende un viaje hasta Marcombe Hall, la mansión donde empezó el calvario de Jago. Esta novela nos narra dos historias que transcurren en dos planos temporales diferentes: la de Kayla en el presente y la de Jago, unos dos siglos antes. Partiendo de la base de que estamos hablando de una novela de género romántico, la historia de amor de Yago me ha parecido muy triste y la protagonizada por Kayla, bastante predecible. El punto paranormal de este libro lo pone el fantasma de Yago al comunicarse con Kayla a través de su imagen en un lienzo. Esto no deja de resultarme original, sin embargo, siento que la autora no ha sabido explotar bien todas las posibilidades que le brindaba ese suceso y que podría haber hecho que esta novela fuera mucho más interesante y misteriosa, y prácticamente convierte la maldición en una anécdota que sirve de excusa a la protagonista para que rompa con la vida que lleva que, sin ser consciente de ello, le está asfixiando, y emprenda un viaje que le haga encontrar la verdadera felicidad en su vida. De todos los personajes, sin dudarlo, me quedo con Jago. Su vida no ha sido nada fácil desde que nació y a pesar de que no siempre actúa de forma correcta, es todo un luchador y un hombre muy justo. En general es una historia con pocos sobresaltos y en la que me ha faltado sentir más química entre la pareja protagonista. Por otro lado, en el último tramo de la novela, se introduce una subtrama, quizás con la intención de darle algo más de ritmo y suspense a la historia, que personalmente, me ha parecido un tanto forzada. Es una lectura sencilla, agradable, correcta. No puedo decir que haya algo que me haya disgustado en ella, pero tampoco me ha dejado la sensación de que estaba ante una lectura maravillosa. Creo que en esta historia se han querido tocar muchos palos -amor, humor, suspense, drama- y la autora no ha sabido encontrar la fórmula mágica para que, juntos, todos esos ingredientes dieran como resultado un plato exquisito.