“Las tinieblas y el alba”, más que una precuela, se asemeja a una suerte de remake de “Los pilares de la tierra”, con muchos de los ingredientes que la hicieron una obra de referencia, pero dejando atrás alguno que otro que se antoja imprescindible, como el halo de epopeya del que carece.
Ken Follett ya era un escritor consagrado en el terreno del suspense al más puro estilo best seller cuando decidió hacer realidad un sueño, desempolvando un largo trabajo en el que había recibido poco apoyo y despertaba no pocos recelos en el mundo editorial. Finalmente resultó ser un éxito rotundo: “Los pilares de la tierra”.
Fue el inicio de una epopeya, una larga, larguísima novela, de casi 1.000 páginas de una narración intensa bajo el leitmotiv de la construcción de una catedral. En la época no eran habituales novelas de tanta longitud (“El señor de los anillos” se publicaba en tres tomos). Quizás fue ese extenso mundo imaginado (porque en realidad de histórico no tiene mucho) el que permitía una inmersión en todo un atractivo universo, lejano temporalmente, que mostraba lo mejor y peor de una época, pero sobre todo de unos personajes que lograron trascenderla al convertirse en sus arquetipos fetiches.
El libro sentó cátedra, de manera que una novela “histórica” que se preciara debía cumplir el estándar de las 1.000 páginas. Gracias a ello, completó una trilogía en la que el segundo y tercer libro saciaron a los ávidos lectores, aunque todo nos sonara a más de lo mismo. Incluso inauguró y finalizó la trilogía “El siglo”, con similares tochos que, en épocas distintas, parecían jugar al eterno retorno en el que se había instalado el recuerdo de “Los pilares de la tierra”.
A todo esto, llega “Las tinieblas y el alba”. ¿Veredicto? Notable, para mi gusto, y lo explico:
A estas alturas debes ser muy fan de Follett para aventurarte en una precuela de su gran obra. ¿Qué podemos encontrar en la novela? Lo mismo que en todas:
• Narración frenética y a menudo algo superficial pero nada superflua.
• La recreación histórica de un tiempo y lugar muy parecidos a los de la trilogía original (tanto que se trata del mismo escenario).
• Personajes buenos, muy buenos, los protagonistas, de los que te vas a enamorar, pero con los que vas a sufrir y mucho.
• Personajes malos, muy malos, que vas a odiar.
• Y muchos más personajes, que el maestro se ha permitido no solo nombrar, sino que también aportar su apodo, lo cual puede llegar a enloquecer a cualquiera que pretenda retenerlos en su memoria.
Follett es un gran narrador, ágil, rítmico, sin mucho adorno, pero eficaz. Encadena decenas de escenas inherentes a la trama principal o hábilmente conectadas, casi sin solución de continuidad, incluso cuando transcurren años entre ellas. Sabe mantener la tensión aun cuando el lector ya intuye lo que va a pasar. Porque a estas alturas Follett no sorprende, no tiene necesidad de ello. Ya tiene sus clichés y sus arquetipos que le funcionan y que sus fans demandan. A estas alturas no precisa asumir riesgos: ya los asumió cuando se inició en la novela histórica.
Particularmente, esta novela carece de la epopeya de la construcción de un gran edificio. Narra las azarosas venturas y desventuras de tres personajes principales, con sus dosis de sexo y violencia en la que tan cómodo se encuentra. Por eso, si no quieres arriesgar lo único que puedes ofrecer es más de lo mismo, sublimado por supuesto, para soslayar el encallecimiento del lector frente a sus herramientas. También pierde la gran oportunidad que ofrece el cambio de milenio, que queda en la línea temporal de la novela (desde el 997 hasta el principios del 1000) y que seguramente supuso una enorme relevancia, dado que en aquella fecha, y dada la predicción del Apocalipsis de San Juan, se esperaba el fin del mundo. Tan solo el sustantivo “alba” del título, adjetiva realmente la superación de aquella época oscura que desemboca y se materializa en la arquitectura de la luz que supuso el gótico que tan magistralmente recoge en “Los pilares de la tierra”.
Dicho lo cual, juzgado de forma independiente, sin la decepción de esperar y no encontrar algo novedoso, la novela es buena. No obstante, cabe decir que Follett no puede ser valorado de forma separada de su obra, por lo que esta supone una cierta decepción. Y, además, siempre quedará la rémora de ser una traducción de un idioma con menos herramientas lingüísticas que el castellano. No estaría mal fomentar nuestros propios Follett, que los hay y muy buenos (mejores diría yo).
Edición del libro: 5/5
Originalidad de la trama: 3/5
Agilidad de la trama: 5/5
Calidad de la narración: 4/5
Calidad de los diálogos: 4/5
Equilibrio narración/diálogos: 5/5
Rigor histórico: 3/5
Desarrollo de los personajes: 4/5
Desarrollo de los escenarios: 4/5
Recomendación personal: 4/5
Los aspectos que destacaría son:
1) Edición. Perfecta, incluida la portada, aunque a estas alturas podía haber aportado alguna información gráfica.
2) Estructura. Lineal, previsible y falta de giros que sorprendan (especialmente para quienes ya han leído sus obras anteriores).
3) Rigor histórico. No se trata de novelar sobre hechos históricos reales, pero sí realiza una ambientación convincente, aunque en determinados momentos sea algo escasa y el adjetivo “vikinga” le venga largo.
4) Calidad de la narración. La narración es la fortaleza de Follett. Es pulcra pero no simple. No resulta recargada aunque a veces se acerca al detalle que te aproxima a la escena. Consigue buenos momentos de tensión.
5) Calidad de los diálogos. Los diálogos resultan amenos, aunque en momentos faltos de credibilidad. En ocasiones les falta la intercalación de personajes, ya que encadena frases en las que puedes perder el hilo de quién dice qué, lo cual da idea de que no termina de conseguir una buena identidad y construcción de personajes.
6) Equilibrio narración-diálogos. Bien construido.
7) Desarrollo de los personajes. Arquetípicos en el mundo Follett. Edgar, Alfred y Ragna podrían ser los alter ego de Jack, Philip y Aliena. Se describen prácticamente igual y se conducen y conectan de forma similar.
8) Desarrollo de los escenarios. Aquí pierde mucho con respecto a “Los pilares de la tierra”, aunque consigue hacer una buena escenificación.
9) Originalidad de la trama. Queda dicho: más de lo mismo, aunque disfrutes leyéndola. Resulta previsible, lo que no deja de favorecer cierto sosiego en momentos de mucha tensión.
10) Agilidad de la trama. Es la droga que ofrece Follett, la que nos tiene a muchos enganchados. Apenas deja tiempo para tomar un respiro. Parpadeas y las mil páginas ha finalizado, lo que no deja de ser su mayor mérito.
A pesar de algunos de los contras que personalmente he mencionado, la obra no deja de ser recomendable, incluso a nivel de imprescindible para sus fans. Los 150 años de separación con el inicio de la trama de “Los pilares de la tierra” presagian una nueva trilogía. ¿Podrá volver a sorprender? Yo diría que sí.
hace 2 años
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