“Silencio, oscuridad, los latidos de mi corazón. Los escuché mientras buscaba en mi mente un sector aún capaz de razonar de modo crítico”. Kathy Reichs.
El sonido desacompasado de los latidos de su corazón indica a Camille Thibault que su trasplante está siendo rechazado. Por esa razón comienza una carrera contra reloj para descubrir la identidad de su donante y acabar con las horribles pesadillas que la asaltan cada noche en las que una joven aterrorizada le pide ayuda.
Mientras tanto, Sharko se enfrenta a un caso muy complicado: la muerte de doce jóvenes y la conexión con una mujer que ha quedado ciega tras permanecer mucho tiempo bajo tierra. Pero en cada avance, se encuentra con una mujer policía que le ha adelantado.
Hacía mucho tiempo que no me reencontraba con Sharko y ha sido un placer hallarle en plena forma y feliz, después de tanto sufrimiento. Pero no todo es miel sobre hojuelas en este libro, ya que, entre muchos otros temas, Thiliez nos vuelve a mostrar el peor lado de la humanidad a través de un caso espeluznante en el que se trata el tráfico de seres humanos.
El autor te sumerge, una vez más, en un ambiente claustrofóbico en el que la necesidad de saber hace que sea complicado dejar de leer. Una necesidad que te lleva, a un ritmo vertiginoso, a un infierno que poco tiene que envidiar al de “La divina comedia” de Dante.
Un gran libro de uno de mis autores de novela negra favoritos. Eso sí, si me lo cruzara por la calle, mantendría una distancia prudencial porque su índice de malignidad rebasa todos los límites.
hace 6 años
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