Es una novela breve, centrada en la vida de Gladys Eysenach. En esta novela corta, Nemirovsky vuelve a ser fiel a su estilo de narradora distante –como si los hechos o los personajes no tuvieran vínculo alguno con ella-, sin embargo, al tiempo se percibe una huella personal. Es posible que en el personaje de Gladys Eysenach, Nemirovsky diera rienda suelta a su escritura para retratar la figura de su madre, una persona con posibles, vanidosa, caprichosa, con la que entabló desde niña una relación fría, carente de afecto materno-filial, tal como lo reflejó constantemente en otras de sus obras como “El vino de la soledad”. Retomando la historia de Jezabel, también la propia Nemirovsky parece representarse, a modo simbólico, en el personaje de Marie Térèse, la hija de Gladys. Una historia de amor y desamor, encuentros y desencuentros, que transcurre entre el anhelo de vivir intensamente y la tragedia. Vale la pena como todo lo de Nemirovsky.
hace 12 años