Los personajes, incluido el protagonista, me han parecido un poco de cartón-piedra. El único capítulo que he disfrutado realmente, si es que la palabra disfrutar se puede aplicar a lo que ocurre, es en el que la mujer del protagonista muere. Ningún otro momento me ha removido ni un tanto las entrañas, ni el reencuentro con el chucho, ni la muerte del joven ingenuo, ni la consecución de la venganza... Cabe preguntarse por qué si el autor ha demostrado saber hacerlo, sin embargo no lo vuelve a conseguir en toda la novela. Yo lo achaco, en parte, a la estructura elegida. Los capítulos están divididos más en función del número de páginas que de otro criterio de modo que habitualmente se rompe la unidad episódica. Ésto funciona en el caso de haber tramas paralelas que se alternan, pero éste no es el caso donde el desarrollo es totalmente lineal. También abusa de empezar un capítulo con un resultado y volver atrás para ver como se ha llegado hasta ahí, cosa que está muy bien en las películas de Guy Ritchie, pero en una novela no creo que tenga mucho efecto, y menos si el truco se repite hasta la nausea.
hace 4 años