Una joven prostituta recorre una ciudad nocturna de límites imprecisos, quizá Tel Aviv. Se hace llamar Libby, «corazón mío» en hebreo. La miran tanto los hombres como las mujeres: «No soy guapa, se acostaban conmigo», repite como en un salmo o una confesión, pero no se deja atrapar por las miradas...