Hace unos meses, la noticia de que iba a ser publicada una secuela de “Matar a un ruiseñor” me alegró muchísimo, incluso siendo consciente de que era posible que no me encontrara con lo que yo esperaba. “Matar a un ruiseñor” es uno de los libros de mi vida, y Atticus Finch, todo un referente para mí. Las dudosas circunstancias de la publicación y los comentarios acerca del giro en el personaje de Atticus me hicieron plantearme incluso no leer la novela por temor a sentirme muy decepcionada, pero finalmente decidí que merecía la pena darle una oportunidad a “Ve y pon un centinela”, independientemente de las circunstancias.
Uno de los aspectos que más me sorprendió antes de comenzar “Ve y pon un centinela” es que no se trata de una secuela en sentido estricto. De hecho, fue escrita antes que “Matar a un ruiseñor”, pero fue rechazada por un editor, que instó a Lee a escribir una novela centrada en la infancia de Scout. Y así nació “Matar a un ruiseñor”. Aunque solo sea por haber sido el germen de una obra tan extraordinaria y significativa para mí, he de sentir cierto aprecio hacia “Ve y pon un centinela”.
La obra se centra en la vuelta a Maycomb de Scout a la edad de veintiséis años para visitar a su padre. Se ha hablado mucho sobre el personaje de Atticus en esta novela, como apuntaba antes. No es para menos, es un personaje que muchos tenemos idealizado, al igual que Scout, que siempre vio a su padre como un referente, una suerte de centinela. De ahí viene la referencia del título. En esta visita, Scout – Jean Louise, de hecho, hace mucho que dejó de ser la pequeña Scout – rememora recuerdos de su infancia, se reencuentra con viejos amigos, hace frente a la dura realidad del lugar que la vio nacer y redescubre a su idolatrado padre como un ser humano que también es capaz de cometer errores. El shock inicial de Scout se traslada al lector, y su conflicto interno es el eje de toda la novela.
“Ve y pon un centinela” está lejos de “Matar a un ruiseñor”, pero no esperaba que estuviera a semejante nivel. De cualquier manera, no me arrepiento de haberme adentrado en el paso a la madurez de Scout y de haber compartido sus angustias. Y aunque la novela deja un sabor agridulce, no quería dejar escapar la oportunidad de volver a Maycomb.
hace 9 años
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