A la muerte de su padre las hermanas Dashwood, junto a su madre, se ven obligadas a cambiar de residencia y se instalan en una casa en el campo donde pronto entablarán nuevas amistades y relaciones sociales.
Una de los principales atractivos de la novela, en mi opinión, radica en la diferencia de carácter entre las dos hermanas mayores. Elinor es juiciosa y comedida en sus actos y en la expresión de sus sentimientos. Marianne es alocada e impulsiva y se deja llevar por ellos. Ambas hermanas se enamoran y reciben desengaños, y sólo el tiempo les muestra como sensatez y sentimiento deben mezclarse en su justa medida.
Además de los personajes, la autora retrata con precisión los usos y costumbres del momento –principios del siglo XIX–, y critica, con sutil ironía y perspicacia, una sociedad que se rige por el dinero y el estatus social. Una novela maravillosa por su profundidad y perfección, y en la que se reconoce a una escritora avanzada a su época. Lectura muy entretenida que me ha encantado, como todas las novelas de Jane Austen.