Dentro de que se trata de una novela relativamente antigua, de los años 70 que recoge usos sociales muy típicamente británicos -yo creo que en alguna medida puede que desfasados-, interesa porque trata los temas siempre actuales de la soledad y abandono de las personas mayores.
Si trasladamos el relativamente modesto y triste hotel londinense para jubilados a la no menos triste realidad de las residencias actuales, es inevitable que los sentimientos de las personas sean parecidos. La vida ya se reduce simplemente a esperar las horas de las comidas y, con suerte, alguna que otra visita.
Para la protagonista el momento de trazar nuevas relaciones personales y compromisos ya ha pasado y solo le resta fantasear con que tiene un nieto (no lo es), que le hace revivir sentimientos que creía secos y agotados.
Triste, contenida y dura.