“Pachinko” comienza en 1911, en una pequeña aldea de pescadores coreana. Un matrimonio muy querido en la localidad ve completa su felicidad con el nacimiento de su hija Sunja. Su adorada hija se queda embarazada de un hombre casado y para evitar la ruina y la vergüenza de su familia, acepta la proposición matrimonial de Isak, un joven sacerdote cristiano, que le ofrece la oportunidad de empezar una nueva vida en Japón. En aquel país hostil en el que no tiene amigos ni familia, la joven deberá olvidar sus raíces y empezar una nueva vida. A través de la historia de varias generaciones de una misma familia, Ming Jin Lee nos cuenta las consecuencias de la invasión colonial de Corea por parte del imperio japonés en los años 40 y el empeoramiento de las condiciones de vida por las consecutivas guerras que asolaron el país y terminaron partiéndolo en dos. El corazón de esta historia, sin embargo, no es tanto la terrible masacre causada por el ejército nipón sino el desprecio que los coreanos residentes en el país del sol naciente siguen sufriendo a día de hoy. Aunque parezca inconcebible, bisnietos de aquellos inmigrantes siguen sin poder obtener la nacionalidad japonesa pese a haber nacido allí, y, a causa de su “deshonroso” origen familiar, no pueden optar a muchos puestos de trabajo. La autora ha invertido buena parte de su vida en escribir esta novela y ese esfuerzo titánico se aprecia en cada uno de los temas que trata en “Pachinko”: el racismo, la incomprensión, la búsqueda de la identidad perdida, el amor, la familia y la supervivencia. Sunja es el alma de esta historia; una mujer que pierde todo, un ave fénix que resurge para enfrentarse a todas las trabas que la vida se empeña en poner en su camino. Trabajará hasta la extenuación para darles a sus hijos una vida mejor y la oportunidad de hacer realidad sus sueños. Unos sueños a los que el destino se empeñará en poner todas las trabas posibles. Al llegar a la palabra “fin” deseo que Sunja y su familia consigan encontrar al fin la paz; que sus vidas brillen aún con más luz y enseñen a las generaciones venideras que, por complicada que se vuelva la vida, la familia siempre será el pilar que recomponga los sueños rotos.
hace 5 años