No es una novela de intriga ni una novela de aventuras, como su obra anterior. Es más bien, una novela que fondea en sus personajes, en su vertiente psicológica, en su evolución, en sus relaciones. Tiene elementos muy atractivos, especialmente para mí que soy filóloga, ya que el marco principal es el departamento de linguística española en California y Madrid. Escritores e hispanistas deambulan por estas páginas (con un homenaje especial a R. J. Sender). Interesante el legado olvidado de Andrés Fontana, antiguo director de la universidad de California, a través del cual conocemos la tarea de los españoles en la creación de misiones evangelizadoras. Su discípulo, Daniel Carter, un personaje literariamente atractivo y enigmático. Blanca, que entre los papeles del legado que acepta desentrañar para huir de su entorno y del fracaso amoroso, descubre una historia llena de claroscuros. Amistad, amor, desamor, deudas con el pasado, justicia, reconciliaciones...
Una novela mucho más realista que la anterior, más auténtica. No hay héroes sólo personas. Me ha gustado especialmente la ambientación del Madrid de los 50 y la recreación de ambientes en el pasado.
Creo que la novela cojea en el momento de ensamblar las narraciones pretéritas (más anecdóticas que otra cosa) con el presente. Digamos que no aportan nada a la trama principal, aunque a la vez es una de las partes más atractivas de la novela. Me gusta la prosa de esta autora, rica, elaborada. Me siento cómoda leyéndola. A pesar de que he disfrutado durante la lectura, me ha parecido una novela llena de vacíos narrativos e inconexiones.
hace 12 años
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