Las complejidades del amor vistas desde el reencuentro en la madurez y la jovialidad efervescente de la adolescencia. Curiosas estampas de la Valladolid de los años 60, con las que el autor retrata la banalidad de la pasión y la fragilidad de la inocencia, cuando se tienen sobradas o desmadradas energías y se carece de determinadas experiencias. Gustavo Martín Garzo goza de una hermosa y sencilla prosa que tiende en determinados momentos hacia la excelencia. Pero las últimos 30 páginas, y el exceso vacuo y almibarado de su pormenorizada cadencia poética, hacen que al final patine en el asfalto de esa baqueteada y socavada carretera sempiterna. "El amor es un niño tímido al que le da miedo la severidad; si se despierta en plena noche tienes que acudir a su encuentro y cobijarle en tus brazos sin importarte la hora que sea". Todo acaba siendo como un filtro aguado y descafeinado de superflua indiferencia.
hace 9 años