La historia se pasa en Maycomb, un pequeño pueblo de Alabama, en los años 30 y captura un momento en la vida de la familia Finch. Atticus, que es viudo, hace lo mejor que puede para educar a sus dos hijos, Jem y Scout, con valores. Su mundo se transforma cuando Atticus está nombrado de oficio para defender a Tom Robinson, un hombre negro acusado de haber violado a un muchacha blanca, y que los niños están expuestos a la injusticia, al racismo y al odio.
Scout, que es la narradora, es una niña turbulenta, avispada e inteligente y es imposible no encariñarse con ella. Y la autora hizó un gran trabajo recreando los juegos infantiles, la relación con el hermano, el dificil descubrimiento de los prejuicios y la maldad. Todo suena muy auténtico, ni demasiado infantil, ni demasiado adulto, y seguro que más de un lector recordará travesuras y penas de su propia niñez. De todos los libros contados desde el punto de vista de un niño, me parece el mejor. Y gracias al personaje de Atticus y sus valores admirables e integras, el libro es también una oda a la justicia y a la tolerancia. Me dio mucha pena terminar el libro. Me hubiera gustado pasar más tiempo con la familia Finch, conocer a Jem y Scout de adultos... No lo suelo hacer pero creo que es un libro que volveré a leer porque lo disfruté muchisimo. Le pongo un 10 y claro, lo recomiendo.
hace 11 años
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