Es la primera novela que leo de este autor, y me he llevado una grata y agradable sorpresa.
A través de las impresiones personales de tres hermanos bastante dispares, Héctor Abad Faciolince hace un prodigioso balance sentimental sobre lo que es el sentido de la propiedad o de la querencia.
La tierra es ese remanso de dichas, de buenos recuerdos y de felicidades; pero también es ese pozo brumoso calado de desgracias, de tormentos y de ferocidades.
Una foto cruda y luminosa de lo que inevitablemente sigue siendo el día a día de la vida de Colombia: en el que los desafueros de la guerrilla, los abusos de los paramilitares y la mirada hacia otro lado de una sociedad atemorizada a la par que corrupta, casi nunca cambia.
Narrativamente el libro tiene una excelente calidad.
Faciolince es un gran escritor, por el que definitivamente hay que apostar.