Uno de los momentos más dramáticos de la Historia Sagrada tiene lugar cuando Yahvé ordena a Abraham matar en sacrificio a su propio hijo Isaac. Este es el momento sublime del que se vale F. Gotor para abordar la discusión universal sobre la fe religiosa y el Creador. Los cuatro personajes de El sacrificio de Isaac despliegan, en el escenario ocasional de una narración ficticia, soliloquios y coloquios sobre un Dios que puede dar razón de la vida y suscitar la expectativa de una pervivencia ultraterrena. En el momento de la decisión definitiva, el gran patriarca de la Biblia, asumiendo un riesgo absoluto ante posibilidades inciertas y equiparadas, elige la alternativa de una renuncia radical, pero que alberga la ilusión de ser y perdurar.