Un libro escrito claramente en plena Guerra Fría, pero más necesario que nunca, ahora que las generaciones jóvenes son totalmente ignoradas por un sistema incapaz de mirar más allá de un paso en el futuro, atrapado en un eterno presente lleno de individualismo y ansiedad por falsos problemas. Es un libro sobre nosotros, la humanidad, con nuestros errores y aciertos, pero sobre todo con ése gran potencial que tenemos pero que siempre malgastamos en violencia, banalidades e ignorancia. Karellen es casi desde el principio entrañable, con su sincero aprecio por los humanos (perfecto el final), y representa perfectamente a los Superseñores, una especie envejecida y excesivamente práctica, sin capacidad para la innovación y la creatividad, y que envidia a los humanos, una raza pequeña y joven, con problemas desde su punto de vista ridículos, inocentes que creen que la utopía es un fin en sí mismo, y con un potencial infinito para la evolución. No sólo éso, narrativamente la novela es brillante y mantiene en todo momento el interés, desarrollando los enigmas que plantean los Superseñores a lo largo de los tres capítulos en forma de thriller(s) e incluyendo elementos muy emocionantes más propios del terror y de la épica, con el "despertar" de los niños y la odisea de Jan. A decir verdad lo tiene todo: filosofía, espectacularidad, grandes conceptos, crítica política y social... Me dejó huella y guardo un recuerdo muy especial de esta novela. Nota final: el episodio de la Plaza de Toros en Madrid me parece perfectamente válido, y bastante satisfactorio, la verdad.
hace 5 años