"Fueron pasando las horas, uno tras otro los ciegos entraron en el sueño. Algunos se habían cubierto la cabeza con la manta, como si deseasen que la oscuridad, una oscuridad auténtica, una negra oscuridad, apagara definitivamente los soles deslustrados en que sus ojos se habían convertido" Ensayo sobre la ceguera.
En medio de un mar de leche, engullidos por una luz blanca. Una blancura brillante pero desesperante, absorbente. Una luminosidad infinita que, sin embargo, es el fiel reflejo de las mayores miserias que alberga la condición humana, la lucha por la propia supervivencia que atenaza las conciencias de los personajes de la sublime obra de José Saramago. Sólo dos palabras más: absolutamente imprescindible.