Con En agua de dos orillas (Una epopeya trianera), Alejo Parra Muñoz nos sumerge en una historia que, a pesar de estar anclada en la Sevilla del siglo XX, tiene un alcance universal. La novela sigue la vida de una familia humilde de Triana en la que combina una narrativa costumbrista con un análisis profundo de la identidad y la evolución de unos personajes que sobreviven en medio de dificultades personales, sociales y económicas. No solo nos ofrece un fresco de la posguerra y las décadas que la siguieron, sino que también refleja el cambio de mentalidades a lo largo del siglo.
La trama se despliega en dos líneas temporales. Por un lado, los capítulos del pasado se inician en los años 40, donde la familia vive sus peores penurias: la falta de recursos y la brutalidad de la vida diaria en una España recién salida de la guerra civil. La figura de Gregoria, la matriarca, es fundamental. Mujer dura y resiliente, que asume la carga de la familia y que, a pesar de no mostrar afecto abiertamente, se convierte en la piedra angular sobre la que se cimienta la existencia de todos. Su lucha constante y su desdén por cualquier tipo de vulnerabilidad reflejan la tenacidad de muchas mujeres de su tiempo.
El contraste entre el pasado y el presente es palpable, especialmente en los capítulos que se desarrollan en los años 90 y principios de los 2000, con Víctor, nieto de Gregoria, como protagonista. El quiosco que regenta se convierte en su mirador hacia un mundo que cambia a pasos agigantados. Mientras los recuerdos del pasado siguen presentes en las vidas de los personajes, el Víctor casi adulto observa la transformación de su barrio y la sociedad sevillana con una mezcla de cinismo y desdén. El autor introduce elementos de humor negro y sarcasmo a través de las observaciones de Víctor de los personajes marginales que transitan por su quiosco; se convierte en un sociólogo amateur que reflexiona sobre la evolución de la ciudad y los cambios en los valores familiares de la Sevilla que va cambiando a su alrededor.
Uno de los aspectos más destacables de En agua de dos orillas es su capacidad para retratar la crudeza de la época sin apologías ni moralinas innecesarias. El autor ni juzga ni perdona las actitudes y comportamientos de los personajes; simplemente los muestra tal como eran. En los capítulos del pasado, nos encontramos con una España marcada por la escasez, donde las mujeres tenían que aguantar tanto el hambre como el abuso físico y emocional de los hombres. Este machismo recalcitrante es una constante tanto en el pasado como en el tiempo más cercano.
La prosa de Parra es ágil, coloquial y con un fuerte sabor andaluz. Aunque la novela se caracteriza por un estilo más narrativo que dialogado, los pocos diálogos que aparecen están cargados de realismo. Otro punto fuerte del libro es la construcción de los personajes, representantes paradigmáticos de una historia que todos deberíamos conocer. La novela cierra con una revelación inesperada, dejando al lector con una sensación de sorpresa.
En resumen, En agua de dos orillas es una obra rica en matices y emociones y profundamente humana que, más allá de retratar la historia de una familia sevillana, es un reflejo de los grandes cambios sociales, económicos y culturales que vivió España durante el siglo XX, donde el lector es invitado a recorrer los pasajes de una historia de lucha, sacrificio, y resiliencia. (Inma Muñoz, 5 de diciembre de 2025)
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