Este es el tercer libro que leo del autor. Encuentro que ha evolucionado desde El alquimista, aunque sigue siendo un estilo sencillo, casi coloquial. Eso no quiere decir que sus personajes no tengan profundidad; al contrario, una de las cosas que más me gustó fue la construcción del personaje de Maria, desde su niñez hasta que toma la decisión de ejercer la prostitución, planteado de una manera psicológicamente muy creíble. Es también interesante cómo trata el tema de la prostitución, sin juicios (y sin censuras: abstenerse puritanos, que hay sexo muy explícito), advirtiendo de las consecuencias pero también justificando las decisiones tomadas; parece que vaya cambiando de opinión (positiva o negativa) al respecto según cada pasaje, lo cual solo viene a ser el pensamiento de la protagonista en cada situación en la que se encuentra. Sin embargo, a mitad de la novela la historia toma un giro que no acaba de convencerme. El encuentro con el pintor me parece un poco forzado (aunque es parte de la filosofía del autor: «el universo poniendo en nuestro camino lo que anhelamos») y me parecieron desagradables los encuentros con el «cliente especial». Pero lo peor es que, a partir de ese momento los personajes toman un cariz excesivamente filosófico, cuyas conversaciones son trascendentales y místicas, convirtiéndose en un trío que pierde su personalidad porque al fin y al cabo los tres personajes son Paulo Cohelo hablando y reflexionando sobre un mismo tema y repitiendo una y otra vez las mismas reflexiones. Para mí, lo mejor del libro está en su primera mitad; el resto me resultó bastante decepcionante.
hace 7 años
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-9