Esta novela tiene tres partes y un nexo de unión, un cuadro de Rembrandt que bien puede ser un joven judío, o un joven Jesucristo, por cierto, también judío. La primera parte, con gran cantidad de datos históricos, trata de los judíos polacos que se refugiaron en La Habana durante la Primera Guerra Mundial, y del barco S.S. Saint Louis, con novecientos judíos que lograron huir de Alemania en 1939, y que estuvo fondeado varios días frente al puerto de La Habana a la espera del permiso para los refugiados, y que les negaron el permiso, después paso a pedir refugio a Nueva York, que también se lo negaron, y a Canadá, que pasó lo mismo y tuvo que volver a Ámsterdam, donde muchos terminaron en Auschwitz. La segunda parte es una historia novelada de la vida de Rembrandt y de un alumno judío (un hereje porque rompe la regla de pintar personas), así como de la vida de los judíos en Holanda en el siglo XVII, muy bien documentada y magníficamente contada por Padura. La tercera parte es más policial, con un caso interesante de una tribu urbana, una más de las llegadas también a Cuba, y no exenta de su parte histórica de los judíos polacos con los cosacos, y los príncipes polacos, y los tártaros. En esta novela he encontrado la respuesta de por qué los judíos no lucharon contra los que los perseguían. No es el caso actual. Gran novela histórica sobre el pueblo judío a lo largo de los siglos. «¿Qué le gustaría que pensase el lector cuando terminase de leer su libro? Que, si dediqué cuatro años de mi vida a escribir esta novela, valió la pena. Que no es necesario hablar abiertamente de política para expresar conceptos políticos. Que desde Cuba ese escritor escribe para los cubanos y para todo el mundo.» (Entrevista a Leonardo Padura)
hace 1 mes