Gilead se puso en pie, vacilante. La deslucida espada cayó de su mano y repicó sobre el suelo. -¿Te atreves a hablarme de eso? -siseó-. ¡Galeth era mi hermano, mi gemelo! ¡Éramos un alma en dos cuerpos! ¿Lo recuerdas?- Lo recuerdo, señor - respondió Fithvael, al mismo tiempo que inclinaba la cabeza-...