Con su insolencia, las olas le convirtieron en náufrago; el gobierno colombiano, con su ineptitud, hizo de él un héroe; con su ingenuidad, él mismo se transformó en villano; García Márquez, con su ingenio, escribió un clásico. Se llamaba Luis Alejandro Velasco y era marinero en el destructor Caldas. En febrero de 1955 cayó al mar con otros siete compañeros y una carga ilegal de televisores, lavadoras y neveras. Los otros marineros y los electrodomésticos no tardaron en hundirse; él permaneció a la deriva diez días. La historia del náufrago fue desmontada y reescrita por el protagonista y por Gabo. Las consecuencias fueron inmediatas: uno volvió a su vida de ciudadano anónimo; el otro tuvo que exiliarse. El libro, que causó honda impresión a Miguel Delibes, es una obra indispensable para los amantes de la literatura y del mar. "...y sentí desesperación y rabia ante la certidumbre de que me resultaba más difícil morir que seguir viviendo"
hace 7 años