Esta vez, me toca discrepar de la opinión general. Considero que la buena literatura no se puede medir únicamente por una sucesión ininterrumpida de ingeniosas tramas, inquietantes historias, o sorprendentes acontecimientos. La última novela de Colm Tóibín, "Nora Webster", es un claro ejemplo de esto. En ella, Tóibín sólo busca perfilar la cotidianidad del día a día... El paso a paso... La naturalidad de la vida... como ámbito de lo pura y estrictamente doméstico. Y es ahí dónde radica su maravillosa grandeza. Su fragrante elixir. Todos sabemos lo difícil y extenuante que debe ser escribir así: de esa forma tan bella, tan perfecta. La pérdida, la compasión... Lo real, lo humano... Lo común... Me ha encantado. Pedazos traslúcidos de realidad, que en esquema y resultado, me han recordado mucho a la fantástica "Alguien" de Alice McDermott.
hace 7 años