Creo que lo mejor que tenemos en esta vida, es la maravillosa posibilidad de decidir nosotros mismos, cuando queremos dejar de "ser". Las argumentaciones del que toma semejante decisión pueden ser muchas, o tal vez una sola, pero ninguna suele convencer al otro, al que juzga desde afuera. La muerte por mano propia es un concepto romántico, exquisito y casi artístico. Desde Romeo y Julieta, pasando por Werther, si no me equivoco por Jacobo Ortiz, hasta por personas reales, tantas son que voy a obviar a varias, pero recuerdo ahora a Leopoldo Lugones, a Virginia Woolf, a la sufriente Alfonsina Storni, a Jack London, a Robert Ervin Howard y a tantos más, seguramente, que no puedo recordar. La lucha por la vida se me antoja una estupidez; yo no quiero luchar, yo quiero vivir. Y vivir es para mi gusto, un goce, o debería serlo. No digo que no admita las inexorables horas oscuras que devienen impasiblemente en la vida de todos. Pero vivir sufriendo, eso no lo acepto. Y los motivos de cada persona pueden, casi siempre, ser irrisorios, vulgares, patéticos para el resto. Para mi WERTHER HIZO BIEN. El Werther de Goethe es un largo poema epistolar, repleto de descripciones bellísimas, bucólicas, netamente románticas. Entre montañas, lagos, crepúsculos, acontecen los hechos. Es una historia de amor, como tantas. Pero esta tiene nervio, tiene encanto; sentimos empatía hacia los personajes, sentimos a través de su piel sus estremecimientos, sus deliquios amorosos, sus éxtasis; los inevitables saltos emocionales del enamoramiento: sus furiosas alegrías y sus ineludibles tristezas. En todo amor que empieza, existen dudas. Es un dolor que oprime la garganta, que quita el aire. Es similar a una droga. Altera la visión, el olfato, el gusto. No los mejora ni los empeora, los retuerce. Abre otros caminos. Todo aquel que lo haya sentido con violencia, lo sabe. Werther hizo bien. ESTA ES MI OPINION COMO LECTOR DE WERTHER, de Rafael, de Graziella, de Pablo y Virginia, de Romeo y Julieta, como lector apasionado del romanticismo, fiel a sus principios, a sus extravagancias, a sus caprichos y a sus bellezas. Este que dijo todo esto fue el yo romántico, el que leyó todos estos libros bajo la espesura de los árboles, en verano. Voy a contradecir lo dicho anteriormente; ahora habla el yo moderno, contemporáneo. El yo adaptado, parcialmente adaptado. Hoy hay miles de divorcios diarios. Hay contratos prenupciales. Se habla de lo que le va a tocar a cada uno (un día previo al casamiento) luego del posible divorcio. Tienen hijos, compran muebles, compran plasmas, notebooks, celulares con juegos, HDMI (no se lo que es); luego se reparten: los hijos, las notebooks, los celulares, los gatos, los perros. El abogado contento de tantos divorcios. Esto es todo hoy. Nadie siente una pasión tan grande como para no hablar de contratos, de bienes materiales, cuando se hacen proyectos de convivencia. Hoy Werther es un idiota. Y posiblemente, tengan razón los que así piensen. Nadie se muere por otra persona. ¿Eso está mal?. Hoy no. Antes estaba mal visto. Antes las mujeres guardaban luto por años. Y se morían solas, sin volver a formar pareja nunca más. Hoy, el luto dura cinco segundos. Hoy Werther está fuera de lugar; es un chiste, una gran broma, es un anacronismo. Soy un defensor de las exaltaciones del romanticismo, de su compromiso político, social (el romanticismo no es un par de velas, una langosta en la mesa y un buen vino tinto, y luego a desabrocharse el cinturón, a eructar lo digerido) de su estilo narrativo, de su concepción moral; pero entiendo que además de haber sido un estilo de vida, ha sido un maravilloso estilo artístico. Hoy, en pleno año 2012, no se que diablos de estilo se sigue. Y tal vez esto esté bien. Nada de etiquetas. No lo se. Eso si, se mata por dinero, se mata por crueldad, por fetiche, se mata por el fútbol, se mata por celos, por poder; pero nadie es tan estúpido y tan ridículo para matarse por amor.
hace 7 años
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