El hallazgo del cadáver de un cadete que se ha suicidado en West Point es un hecho trágico, pero no inaudito, debido a la férrea disciplina de la academia. Sin embargo, que un día después le hayan extraído el corazón al cuerpo lo cambia todo.
Desesperados por evitar cualquier publicidad negativa, los directores de la academia contratan los servicios de Augustus Landor, un reputado ex detective de la policía de Nueva York que se ha retirado a Hudson Highlands por motivos de salud.
Landor accede a hacerse cargo del caso y comienza a interrogar a quienes conocían al muerto. Entre ellos encuentra a Edgar Allan Poe, un joven malhumorado con inclinación por la bebida, dos volúmenes de poesía a su nombre y un pasado turbio que el joven se encarga de cambiar a cada momento.
Impresionado por su astucia y su gran capacidad de observación, Landor decide nombrarle su ayudante. Puede resultarle útil si consigue mantenerse sobrio el tiempo suficiente para poner a prueba sus agudas habilidades de razonamiento.
Landor y Poe se enfrentarán a una investigación que los llevará a un mundo oculto de sociedades secretas y sacrificios rituales, que amenazará sus vidas y su incipiente amistad.
Los crímenes de la academia, de Louis Bayard, es una novela ambientada en un entorno singular: la prestigiosa academia West Point, fundada en 1808 por Thomas Jefferson. Entre sus muros, los estudiantes eran evaluados cada día por sus instructores para asegurarse de que solo los mejores llegaran a completar su formación.
La historia está narrada en primera persona por Landor, que nos va desgranando los pasos que va siguiendo para encontrar al culpable del robo del corazón. Esos capítulos se alternan con los informes que Poe remite al ex detective para informarle de sus avances en la investigación.
Este libro no es una trama policiaca al uso. Si bien hay un detective experimentado y un crimen sin resolver, esta novela va más allá de la mera investigación policial. Tanto Landor como Poe son personajes con muchas aristas, a los que en ocasiones les cuesta distinguir la realidad de la fantasía; especialmente cuando se rinden a los encantos del alcohol.
A lo largo de la historia iremos descubriendo que Edgar Allan Poe no es el hombre que Landor cree. Se trata de un joven con una imaginación desbordante y escribe poemas que, en ocasiones, le han dictado los fantasmas mientras dormía.
Ha llegado a West Point acuciado por las deudas y espera que, si consigue graduarse, su sueldo como militar le permita realizar su sueño: publicar sus poesías.
Una novela en la que nada es lo que parece y en la que autor juega con el lector una y otra vez, hasta llegar a un giro final que, al menos a mí, me ha dejado completamente desconcertada. Y no porque no sea bueno, que lo es, sino por inesperado.
El final de la novela homenajea los cuentos macabros de Poe. Te deja sin aliento y te hace preguntarte qué le inspiró realmente para escribir historias que, siglos después, siguen causándonos escalofríos.
Si os apetece sumergiros en una historia con tintes góticos en la que se mezclan apariciones fantasmales, thriller y cultos misteriosos, no dejéis pasar Los crímenes de la academia. Estoy segura de que vais a encontrar una historia muy diferente de la que deja entrever la sinopsis y que os llevará a volver a releer a Poe. (Ana García, 21 de noviembre de 2022)