Ambientado en una de las Islas de las Especias, en Indonesia, a principios del siglo XX, el libro se compone de una serie de relatos que aunque diferenciados pueden ser considerados en conjunto, por los personajes y elementos comunes que sirven de ligazón entre ellos. En el más extenso, “El Pequeño Jardín”, conocemos a Felicia, que regresa y se instala allí con su hijo pequeño. Son páginas plagadas de recuerdos, melancolía y la belleza que transmiten los paisajes y la naturaleza descrita (que imagino paradisíaca). También destacan “El comisario”, “Constance y el marinero” y “El catedrático”, tres relatos más cortos cuya lectura atrapa. La primera mitad del libro se me ha hecho un poco larga, con la historia del jardín y de Himpies, el hijo de la señora del Pequeño Jardín; pero el resto de los relatos han resultado una sorpresa muy grata que ha compensado con creces la lectura.
Este libro está considerado un clásico de la literatura holandesa y probablemente su autora lo escribió en recuerdo y homenaje al lugar que la vio nacer, crecer y donde pasó buena parte de su vida, en la época de las colonias. Escrito con una prosa sencilla y evocadora que la hacen una lectura placentera, destacaría además la ambientación, muy buena, y ese toque de magia y misterio que envuelve a las historias. También me ha gustado mucho el desenlace del libro, que cierra el círculo y en el que se produce el reencuentro entre los personajes ausentes de los distintos relatos. En resumen, y según mi opinión, sin ser ninguna joya literaria es una lectura agradable y recomendable.
hace 5 años
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