Otro libro de Bohumil Hrabal que me ha encantado, es uno de mis autores favoritos, es algo parecido a estar enamorado de él porque no le veo los defectos. Sus libros siempre tienen elementos autobiográficos, en mayor o menor medida, aquí coincide que el narrador y Bohumil se criaron en un lugar sagrado, una fábrica de cerveza. Aquí hay mucho humor, los personajes están llenos de defectos pero al mismo tiempo resultan profundamente entrañables por la manera en que están retratados, como el abuelo que supera sus ataques de ira destrozando armarios con un hacha, o el padre obsesionado con desmontar y volver a montar motores, o la estrella del libro, el tío Pepin, un borracho juerguista medio chiflado nostálgico del imperio austrohúngaro. Todos ellos y algun otro personaje mas me han proporcionado algunas buenas risas y la prosa de Hrabal ha vuelto a resultarme arrebatadora. El cerebro me sugerido que le diera cinco estrellas de valoración, pero las entrañas me han ordenado que votara cinco estrellas doradas como cinco jarras de cerveza.
hace 4 años