Al principio me ha gustado, el autor tiene oficio y domina con mano de hierro todo el intríngulis del mundo policial. Pero por la mitad del libro se me ha hecho pesado. Todo son conversaciones y meandros burocráticos, que si los políticos, los jueces, que si los diversos organismos, que si el departamento tal o cual, apenas hay escenas de suspense o acción, y el estilo es muy prosaico y repetitivo, como un guion de cine. El detective Bosch, por otra parte, es un protagonista muy neutro, muy normal, y su atractivo como personaje me parece escaso. Nada que ver, desde luego, con mi querido -y añorado- Philip Marlow.
hace 7 meses