El ascenso mefistotélico de Onofre Bouvila a lo más alto de la ciudad de Barcelona está lleno de referencias exóticas como pueden ser las de Mata Hari, Buffallo Bill, Rasputin, Sissi, los los inicios del cine o los inicios de la aeronáutica; también de referencias históricas a la dictadura de Primo de Rivera, al anarquismo proletario y al enfrentamiento político entre Madrid y Barcelona. La primera parte me ha recordado mucho a la saga cinematográfica de El padrino, hasta en su estructura compleja, donde Onofre Bouvila es un perfecto Michael Corleone; la segunda parte me ha recordado al Charles Foster Kane de Ciudadano Kane, con esa villa decadente al estilo de Xanadú en lo alto de Barcelona. Me ha parecido una obra de una ambición importante en la que la Ciudad Condal que se retrata es un anticipo de la Barcelona modernista que más tarde retratará Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento. Es una novela de aventuras, gótica, llena de exotismo, de bellos anacronismos, mezcla de realidad y fantasía, en la que el lector parece estar sometido a una sesión de hipnosis. La capacidad fabuladora de Mendoza en torno a la ciudad de Barcelona nos recuerda al París de Victor Hugo o al Macondo de García Márquez o a las tribulaciones de Stendhal en Parma. Palabras mayores. Una novela extraordinaria que Mendoza sabe narrar con maestria y serenidad. Por ponerle algún pero a la novela, esa maestría y esa serenidad de Mendoza hace que no se entienda el uso abusivo de la palabra "etcétera", que a mi personalmente no me gusta nada, me parece que significa pura pereza. Por todo lo demás me parece una obra deslumbrante, personal y maravillosa. De lo mejor que he leído.
hace 11 años