“La boca del diablo” de Teo Palacios comienza con la azarosa llegada de Baltasar de Zúñiga a costas españolas tras el desastre de la Armada Invencible. Sin tiempo para reponerse del agotador viaje, parte junto a Juan Lobo, su escolta, hacia El Escorial para informar a su majestad del desastre acontecido.
Poco tiempo después, Zúñiga recibe una nueva misión para Juan Lobo: acompañar a dos inquisidores a los que les han encargado investigar la desaparición de varias jóvenes en un pueblo de Toledo.
La situación en el pueblo es mucho más compleja de lo que pensaban porque los vecinos afirman haber visto brujas y demonios en sus calles. Y será necesario investigar si Satán ha ascendido del averno para castigar una vez más a los hombres.
Un gran thriller de carácter sobrenatural en el que destaca el enfrentamiento continúo entre los dos Inquisidores. Fray Gonzalo, fervoroso creyente, ve señales del maligno allá donde mira, y Fray Bernardo, de mente analítica, cree que es el hombre y no el diablo, la causa de los problemas que asolan Casarrubios.
Juan Lobo, con el corazón y el alma rotos tras su regreso de la batalla, asiste atónito a cada uno de los descubrimientos que van realizando los frailes. Su especial sexto sentido será de vital ayuda, pero sus dudas son las mismas que el lector tiene al leer el libro: ¿qué está ocurriendo en realidad?
Si revisamos la historia, somos conscientes de que los juicios del Santo Oficio no tenían base legal alguna más allá de una confesión obtenida bajo tortura. Pero el autor realmente consigue hacerte dudar al ir conociendo los detalles de todo lo que pasa en el pueblo. ¿Es posible que convivan con nosotros fuerzas malignas? Hay fenómenos totalmente inexplicables…
Una novela bien documentada y prosa inmaculada con la que he llegado a sentir escalofríos. La novela me ha recordado por momentos a “El nombre de la rosa” pero en una versión más oscura y trepidante.
Charles Baudelaire afirmó «La más hermosa de las jugadas del Diablo es persuadirte de que no existe». Y quizá sea cierto… (Ana García, 17 de mayo de 2019).