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Resumen

La obra trata de la evolución vital de una persona, Adán, el protagonista, con la particularidad de que este desarrollo le va a desvelar su propia homosexualidad. Adán, joven asentado, con novia y trabajo, va a tener que tomar las decisiones más duras de su vida. Decisiones que traerán consecuencias.

1 críticas de los lectores

9

Narrador en primera persona comienza detallando los muertos que le atormentan. Son muertos que le pesan, que pasan a ser reales y terminan siendo metafóricos, como veremos. Se trata de Adán, el niño pequeño que muere al poco de comenzar a andar, Adán, el niño que se deja morir por la incomprensión de la vida, representada por la muerte de su abuelo, y, finalmente, Adán, joven que muere por la incapacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. Además, un joven Adán, que hubiera sido el cuarto muerto, se libra de la muerte por muy poco. Tema de la soledad en vida y la tristeza que ésta emana. La soledad de la incomprensión. La esperanza se representa en la niñez, la juventud, lo religioso, que parece cierto e inalterable… y la muerte es lo fatídico y lo único real, lo único “que existe”. Todos son Adán, todos los muertos son el protagonista y representan las veces que murió de tristeza o desesperanza. Muerte y resurrección. Mito del Ave Fénix o representación de la muerte y resurrección de Jesucristo. De esta forma, encontramos un profundo carácter filosófico en la obra. Se valora el tema de la amistad, el amor, la muerte y, en especial, el del sentido de la vida: “Y es que en este mundo también podemos perdernos, por más que juremos que no lo haremos, por más que comprometamos nuestra palabra de honor diciendo que no nos perderemos nunca, que siempre volveremos, que ahí estaremos, la vida siempre nos puede ofrecer la oportunidad de subirnos en un barco diferente en el que podremos seguir navegando hasta encontrar nuestro destino y aunque no lo queramos también nos obliga a decir adiós para siempre aunque estemos vivos.” (Pág. 17). El sentimiento de culpa se entremezcla con lo religiosa. Así surge el “pecado”. El propio narrador parece a veces confuso entre pecado y amor, cuando este es con alguien del mismo sexo, no sabe cuál es el punto medio. La relación homosexual que Adán mantiene a espaldas de Juliette, su pareja, es el desencadenante. La respuesta a su pregunta nos la da él mismo: “Ahora pienso y me respondo. ¿Dónde está el amor? El amor esta en cada uno de nosotros, solo debemos adoptar aquellas posiciones correctas en donde encajen nuestras formas, así nuestros sentimientos serán libres, nuestros sentidos serán estimulados, nuestros deseos sintonizados, nuestros sueños se convertirán en realidades, en resumen podremos ser simplemente felices y así tendremos la oportunidad de compartir nuestra felicidad y el amor correctamente. El tiempo seguirá fluyendo aunque nosotros nunca aprendamos a amar.” (Pág. 104). Explora el tema de la homosexualidad desde el punto de vista de quien la “padece” en un primer momento, y reniega de ello, hasta quien lo asume con normalidad. Pero el proceso será un calvario. Necesita morir y volver a nacer, resucitar. Un claro ejemplo es el siguiente pasaje: “Cada mañana al levantarme me sentaba por largos minutos al borde de la cama a divagar. Sentía que estaba siendo lapidado por mis propios temores, temores que se transformaban en tristeza, tristeza que no encontraba consuelo. Me miraba al espejo y no me encontraba, aquel no era mi reflejo. Esta angustia moral había anclado en mi vida cuando mi relación con Juliette marchaba por tiempos nuevos. Se trataba de un tiempo presente y un tiempo futuro desde los que angustiosas perturbaciones se manifestaban dentro de mí. La obra goza de un lenguaje literario puro y culto. Contiene valor narrativo en sí mismo. Es fácilmente entendible pero difícilmente realizable, en cuanto a que no todo el mundo dispone de la misma capacidad para la escritura y una voz tan propia. Pasajes que a veces recuerdan a la prosa preciosista de Javier Marías, esa prosa que linda con lo poético, sentimental e interior. Es el protagonista quien nos acerca el texto y la acción, y es el protagonista quien desvela sus sentimientos. Por ejemplo y sin ir más lejos, en el brillante inicio de la obra: “Mi pecado dejó de ser pecado para convertirse en una historia que debía contar…”, que recuerda a la maravillosa primera frase de Corazón tan blanco, del autor español: “No he querido saber pero he sabido, que una de las niñas, cuando no era tan niña…” Como decimos, es una prosa muy intensa y trabajada. Gracias a ello el autor presenta continuas comparaciones poéticas que colorean las ideas. “… algún pensamiento aparecía como espectro tratando de fulminarme.” (Pág. 113). “Los monstruos que me perseguían avanzaban como terribles criaturas amamantadas por la ironía de la sociedad…” (Pág. 138). “Fueron como llama al fuego, como antorchas encendidas que pronto se apagaron, se extinguieron” (Pág. 1). Las descripciones narrativas o contextuales (también hay otras psicológicas o psico-poéticas, por así decirlo), son detalladas y detallistas, musicales, están bien hilvanadas y dibujan perfectamente las ideas que el autor pretende: “En Francia, Juliette de la Roche, única heredera de una acaudalada familia francesa dueña de un importante apellido, vivía en una hermosa casa en el lujoso vecindario de Neuilly al oeste de París. Una antigua casa, muy grande que fue remodelada por sus padres y restaurada por destacados arquitectos, decoradores y ebanistas, todos ellos conservadores artistas que motivados por las cuantiosas cantidades de francos que recibieron por su exclusivo trabajo lograron erguir el lugar perfecto para que viva esta familia que estaba contribuyendo a mantener, de alguna forma, la palabra aristocracia con vida.” Las digresiones son muy habituales en el estilo literario del autor. Entremezcla la narración principal con detalles del pasado. Pequeños episodios o historias propias de la narración oral que acompañan y saltean de fantasía el hilo argumental, convertido así en un perfecto engranaje.

hace 11 años