Twain escribe esta obra maestra para ser editada tras su muerte, y no es de extrañar. Comienza como cualquier cuento, hablando de un pueblo idílico de Austria y sus habitantes, y poco a poco se embarca hacia una crítica social y religiosa absolutamente brutal y sin contemplaciones. No deja títere con cabeza en esta obra. Pone en duda el sistema, la religión, la sociedad, las personas, el bien, el mal. Se trata de un libro muy ácido, incluso puede resultar algo cínico (en el sentido filosófico de la palabra), y sin duda es bastante nihilista. Sinceramente, me parece que es un libro que debería leer todo el mundo, ayuda a reflexionar y replantearse modelos de conducta.
hace 5 meses