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DEL COLOR DEL OCÉANO KHER, VIRGINIA D.

Nota media 7 Muy bueno 1 voto 1 críticas

Resumen

Natalie vive inmersa en su trabajo, trata de expandir su negocio por los diferentes estados de USA. Una vida llena de ausencias, sacrificios y responsabilidades que no ha dejado mucho espacio para el amor. Sin embargo, en un momento nuestra protagonista se verá desbordada por una apasionante historia que la conducirá a un trayecto sin retorno.El poder, la libertad, la traición y el glamour conforman un exquisito cóctel donde se ponen en juego los valores de la amistad, la pareja y la familia en mitad de un camino que no será siempre de rosas.Una historia cargada de intensidad, que nos permitirá viajar a los años ochenta y el boom de la música heavy, a la vez que nos regala una mixtura de sensaciones y vivencias con unos personajes colmados de sentimientos, envueltos por los más salvajes y bellos acordes. Un mundo para ellos sumergido en un océano arriesgado e incierto.

1 críticas de los lectores

7

– GUSTARÁ: A los lectores de novela romántica (rosa), pero también a aquellos que poseen un alma ochentera y quieren revivir todo lo que en aquella década de cambio e irreverencia se fraguó, principalmente, en el apartado artístico/musical. Esta novela será del agrado de quienes entienden la novela de amoríos como contexto de otras aventuras y desventuras paralelas a la trama troncal y no solamente como excusa de besos dados o “robados” el postales otoñales. – NO GUSTARÁ: A los detractores de la novela rosa. Si lo tuyo no son los encuentros y desencuentros de personajes que buscando su camino se desdibujan en los ojos de otros individuos, este no es tu libro. Por supuesto, si tus gustos musicales están atrapados en operación triunfo, en el reguetón, en el trap o en los cuarenta principales, puede que no saborees todas las notas de estas páginas con el deleite y la admiración por una década que dejó en muchos unos posos muy profundos. – LA FRASE: “Si me hubieran preguntado hace unos meses cuáles serían mis planes para un viernes como el de hoy, jamás, ni en el mejor de mis más creativos sueños, hubiera podido imaginar que me vería en una situación como esta. Esperando, en el hotel donde pasé gran parte de mi infancia, a un hombre que consigue desmoronarme en mil pedacitos cada vez que me mira con esos ojos tan abisales. Del color del océano, mirada confinada de una belleza que me embruja y me atrapa hasta sus lejanas profundidades. Un hombre que es capaz de traducir mis pensamientos sin que abra la boca y que transmite una paz envolvente con su sonrisa y su voz”. – RESEÑA: Del color del océano de Virginia D. Kher es una novela romántica pero con algo más. En toda novela romántica normalmente existen cuatro fases. La primera es la previa al encuentro de los protagonistas y al romance propiamente dicho, donde se exponen los perfiles de cada uno, su vida personal, laboral, familiar, sus miedos, anhelos, etc. La segunda es el propio encuentro, que tendrá varios grados de casualidad, de profundidad y de temporalidad. El tercer momento es en el que surgen los problemas de pareja de distinta índole: terceras personas en la relación, aventuras cinematográficas, enfermedades, etc. Y, por último, la tan deseada conclusión donde todos los caminos confluirán en la supervivencia de la pareja o en su disolución. Una singladura al estilo de la canción La fuerza del destino, Mecano, 1988. La gran proliferación que está teniendo en los últimos tiempos la novela romántica (aunque mejor llamarla rosa o erótica por no confundirla con el auténtico romanticismo literario de finales del XVIII y principios del XIX) ha pegado aún más fuerte con la gran explosión literaria y cinematográfica de las 50 sombras de Grey. Fenómeno igualable al que tuvo Instinto básico en los noventa, Nueve semana y media en los ochenta o El último tango en París en los setenta. En la cúspide del origen del género podemos incluir, muy resumidamente, a Orgullo y prejuicio (1813), escrito por Jane Austen, Cumbres Borrascosas (1847), de Emily Brontë o Jane Eyre (1847), de Charlotte Brontë, que son consideradas como las primeras novelas románticas, aunque por su complejidad de pasajes, emociones y trazos históricos se alejan notablemente de las, en ocasiones, simplistas y monotemáticas novelas rosas actuales. Lo que hace curiosamente original a la presente novela son los roles y perfiles de los protagonistas. Tradicionalmente el hombre ha representado en este tipo de obras los puestos de dirección empresarial, de altos cargos políticos, de acaudalados nobles de buena familia, etc. Mientras tanto, la mujer ha ocupado el puesto de la inocencia, la debilidad o la mojigatería, aunque no en todos los casos, por supuesto. Siempre hay ejemplos de romances entre un mozo de caballerizas y una potentada y ricachona divorciada o de mujeres que han dado el combate por respuesta a sus supuestos protectores varones. Aquí tenemos los ejemplos de la Lolita de Nabokov, de Jodie Foster en Taxi Driver, de Natalie Portman en Léon (El profesional), de Anne Bancroft en El graduado o de Meryl Streep doblegando al indómito Clint Eastwood en Los puentos de Madison. En Del color del océano el cliché leva anclas y se dirige a un continente aún por explorar. El chico encuentra a chica o viceversa tiene una vertiente original en esta novela. El chico es un heavy ochentero que ejerce su vocación como el mercado y su público le van permitiendo, pero que al revés de lo esperado, la personalidad del protagonista masculino no es la del consabido “sexo, drogas y rock & roll” y esto le dará un curioso perfil narrativo a la formación de la pareja. En contraste, tenemos al personaje femenino que, ungido en la lógica aplastante del mundo empresarial, capea el temporal como puede en un mundo del que en ocasiones reniega, ya que en su interior se halla un alma libertina, hippie y exploradora. Bajo la piel del escudo que muestran ambos al exterior se encuentran las antípodas de sus personalidades. De este laberíntico Tangram con infinitas soluciones, tendrán que optar por la suya propia, la que más les haga sintonizar con sus caminos. Todo esto en un contexto muy interesante; la música rock y heavy de los años ochenta con Los Ángeles como contexto geográfico. Qué mejor que una de las ciudades más revolucionadas, transgresoras y peligrosas de la década de los ochenta para ser el marco que imante las andanzas de dos personajes en vías de desencadenarse. Aunque esta ciudad albergó en 1984 los Juegos Olímpicos, no obtuvo el impulso económico y social que se le presuponen a estos eventos internacionales, ya que los índices de criminalidad no dejaron de incrementarse: pugnas entre las pandillas y bandas por el territorio, la permeabilidad de la juventud con las drogas (y en concreto al crack), la desoladora crisis económica y los disturbios sociales que tuvieron su momento más álgido con el apeamiento del taxista Rodney King en 1991. Del 29 de abril al 4 de mayo Los Ángeles fue casi un territorio de guerra. Pero Del color del océano no es solo novela romántica al cien por cien, ya que sus protagonistas no se dedican a dar únicamente largos paseos a la luz de la luna, a cenar con velas o a retozar en la alcoba a cámara lenta y con música de saxofón de fondo. La trama nos llevará más lejos, seremos testigos de muertes aún no resueltas, de líos y corrupciones financieras que se entretejerán con varias ramificaciones poniendo a prueba la reciente relación iniciada entre la nueva pareja. Es precisamente esta aventura dramática la que le da un brío de suspense bien integrado a la narración, no quedándose así en una simple pieza que se hubiera apagado antes de tiempo. El nuevo libro que hoy traemos de Virginia D. Kher es un trabajo muy bien referenciado, de prosa sencilla, vivaracha, con escenas que buscan el realismo y la acción cotidiana sin caer en circunloquios vacuos ni densidades expositivas irrelevantes. Esta obra nos trae una época de la que tanto se ha escrito y hablado. Su influencia ha sido muy notable y todavía sigue muy viva treinta años después. Allí se fijaron unas composiciones originales en mucho campos, desde la música, al cine, la moda, la iconografía contemporánea en anuncios, logos y objetos de culto. El vinilo y el colorete vuelven. Mientras el progreso simplifica los procesos creativos y el desmelene, siempre hay un grupo de irreductibles nostálgicos que no se olvidan de todo lo que allí se creó. Y esta autora, nos tememos, que aún no se ha quitado las hombreras ni piensa apagar su cardado walkman. P.D. La ilustración de la portada del libro es un original de Dori Agudo. Si os gusta su obra podéis visitarla en su web personal. P.D.2 Los melómanos tienen un gran banquete en las páginas 383-385.

hace 5 años