Me pareció una simpleza. A alguno quizá le sirva como entretenimiento, pero no creo que le funcione como experimento. Ya sabemos que existen padres enrollados y cercanos a los problemas de sus hijos, pero para mí éste se sale del plano. Eso de aceptar que no vaya al instituto a cambio de que deje las drogas, y obligarle a ver con él tres películas a la semana, me sonó a cuento de hadas. ¡Vaya una terapia más rara! Puede que está basada en una experiencia personal, pero a mí se me antojó irreal a todas luces. Un padre es un padre, y no un coleguita de botellón o un psicólogo de cabecera.

MEJOR PARA CINEFILOS QUE PARA BIBLIOFILOS, PERO AGRADABLE PARA TODOS Se trata de uno de los pocos libros que leo con la sóla lectura de su solapa, ninguna crítica leída, ningún conocimiento del autor, pero un planteamiento que me resultaba tan atractivo y simpático que no dudé en embarcarme en su lectura. Si bien no podemos hablar de alta literatura, si que estamos ante una obra que se lee bien, didáctica en muchos aspectos, con la que te sientes identificado más de una vez. El libro es ágil, se nota sincero, y los protagonistas nos caen simpáticos tanto en sus aciertos como en sus errores, no deja de ser una experiencia vital contada con cercanía y simpleza, llena de momentos entrañables, y sobre la que te dan ganas de indagar al terminar el libro (tenemos a padre e hijo juntos en youtube hablando del mismo), además de ver alguna que otra película de las que se referencian.