Grata sorpresa la novela de este joven escritor danés (eso sí, me tuvo en vilo durante bastantes páginas con el miedo a encontrarme con otro nuevo escritor-producto de editorial ladina). Pero, por contra a mi suerte habitual, me encontré una novela sólida, construida a base de ingenio, de narrativa agradable y expuesta sin paliativos. Nos presenta Morten Ramsland la historia de una saga nórdica (los Eriksson) durante la segunda mitad del s.XX narrada por el último vestigio de la misma (Cabeza de Perro, en referencia a sus miedos más atávicos). Remontándose al abuelo paterno del narrador y, a través de su árbol genealógico descendente, éste va a ir descarnando cada una de las pequeñas historias que acontecen a sus antepasados y a él mismo. Son historias que persiguen a sus actores, como si no fuesen dueños reales de ellas, y que se van convirtiendo en historias de los que siguen, entrelazándose y volviendo a su origen primitivo. Una y otra vez, como en una extraña maldición familiar, la vida de cada Eriksson queda al albur de un destino esbozado de antemano. “…Mirando por el retrovisor todo se ve más claro, al menos que el cristal esté empañado.” –dice en una ocasión postrera el narrador-- y, Ramsland desempaña a cada personaje, nos lo deja en cueros vivos, con la habilidad de un narrador versado, sin importarle que parte de su historia nos va a contar. No tiene pudor, es un lacerante bisturí en una disección sobre una víscera blanda. Como decía al comienzo, la solidez de la novela es su gran baza, la habilidad del que la escribe su gran acierto. Habrá que estar atentos a los derroteros de este Morten Ramsland, no ha comenzado nada mal.
hace 7 años