Jugando con elementos cotidianos, como los perros, las hormigas o, por no ir más lejos, la cebolla caramelizada, un dentista o un botón, José A. Ramírez Lozano compone un poemario donde no se escapa ninguno de los temas clásicos: Dios, el amor, la muerte... Haciendo gala de un sutil sentido del humo...