Romeu, el creador de Miguelito, repasa su vida Por las páginas de su autobiografía desfilan Perich, Vázquez Montalbán, Tierno Galván, Maruja Torres, Chumy Chúmez, Narcís Serra, Juan Luis Cebrián o Jordi Pujol, entre otros protagonistas de la transición española Romeu es el creador de Miguelito, personaje que dibujó para El País desde el nacimiento del rotativo en 1976 hasta finales de 2009. Ha colaborado igualmente en Fotogramas, Por Favor, Interviú y El Jueves, revista de la que fue miembro fundador. Sus dotes de observador irreverente han dejado huella en más de una generación. En esta ocasión, Romeu ha vuelto su mirada hacia dentro y en Ahora que aún me acuerdo de todo (o casi)... nos cuenta su vida, repleta de las jugosas anécdotas de quien ha vivido los apasionantes y problemáticos años de la transición desde la primera fila (atentados de ETA, muerte de Franco, los problemas de los dibujantes de prensa en las postrimerías del franquismo, las frecuentes denuncias por delitos de opinión...), ofreciéndonos un auténtico fresco sobre las últimas décadas de la historia de España. Por las páginas de Ahora que aún me acuerdo de todo (o casi)... desfilan personajes tan conocidos como Perich, Vázquez Montalbán, Tierno Galván, Chumy Chúmez, el exministro Narcís Serra, el exdirector de El País Juan Luis Cebrián, Jordi Pujol... Romeu nos introduce en la trastienda de los programas de televisión en los que participó tanto como guionista como autor y nos muestra los entresijos de las principales revistas satíricas de la transición, algunas de efímera vida. Con Tom y Perich llegó a hacer más de seiscientos guiones de programas, pero asegura: Siempre hemos dejado pasar las oportunidades de hacernos ricos. Hemos abierto camino para los demás, y después nos hemos sentado en la acera a verlos pasar. Hemos fundado revistas, hemos montado editoriales, siempre hemos tratado de hacer cosas, pero siempre han ido mal. Y cuando una iba bien, nos íbamos. Romeu no se olvida de sus problemas de salud, que han hecho que él mismo se defina como carne de quirófano, y los aborda con el estilo directo y sin dobleces que caracteriza su obra y persona, convirtiéndose a sí mismo en blanco de sus propias pullas y haciendo gala de un humor, negro incluso, en el que no deja títere con cabeza ni hace concesiones a la corrección política.