En Todas las casas son ojos, la primera novela de Juan Novo Cuadrupani, autor madrileño de dilatada experiencia en el mundo del periodismo, se nos plantea la historia de Luisa, una mujer ya anciana, que sigue preguntándose, en el ocaso de su vida, porque uno de los hombres que mató a su primer novio, durante la Guerra Civil, le perdonó la vida. Años después ve, en un cuadro, el rostro de ese hombre, durante la pedida de mano de su nieta Nerea. Nos encontramos con una historia en la que salen a la palestra los secretos de dos familias, y que nos plantea la conveniencia o no de indagar en el pasado, jugando con la disyuntiva de si es mejor dejarlo reposar o hay que hacerlo brotar, con todas sus consecuencias. Poderosísimo es el personaje de Luisa, la anciana. Una mujer, producto de las nefastas circunstancias en que ha tenido que vivir. Una mujer que ha perdido a sus dos amores de manera violenta, y que ha llegado a la vejez con una obsesión que la martillea día y noche. Cuando ella aparece todo lo que experimenta el lector es empatía, cariño y una especial conexión, que nos llevará a sentir como nuestras sus preocupaciones y obsesiones. Se trata de una novela en la que el concepto de “familia” adquiere una importancia capital. El autor va desgranando el comportamiento, pasado y presente, de los miembros de las dos familias, la de Luisa y la de los Gabrieles, y mostrando sus interrelaciones entre ellos. Todo para dirigir al lector al momento cumbre, al clímax final, en que Luisa obtiene al fin la respuesta que tantos años lleva esperando. La pregunta que planea sobre el lector durante toda la narración es esa, simplemente: ¿es bueno indagar en el pasado? ¿Puede éste llegar a afectar o intoxicar el presente? ¿Se puede huir de él o es una mochila que siempre llevaremos a la espalda, con todas sus consecuencias? El autor se vale de una prosa elaborada, farragosa en algunos momentos, pero indudablemente hermosa, para contar la historia. Es una lectura que ha de ser considerada como un placer para los sentidos, para bucear en el lenguaje a veces rebuscado y descriptivo que el autor nos brinda, una lectura para disfrutar en calma, para dejarse llevar cuando amas las palabras. Muy recomendable. (Aitor Heras, 13 de agosto de 2018)
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