50 comienzos literarios

Hay quien piensa que el comienzo de un libro es fundamental, la parte más importante del mismo pues si el primer párrafo no te «engancha» probablemente no te animes a continuar la lectura. Por eso a algunos escritores les cuesta tanto comenzar a escribir (aun teniendo clara toda la trama) pues necesitan encontrar la frase perfecta con la que empezar su narración.

Nuestro colaborador D.S. se ha puesto manos a la obra y ha realizado una lista con algunos de los comienzos de libros que más le gustan. Como ocurre siempre con estas listas, no están todos los que son, pero sí son todos los que están.

¿Cuáles es vuestro comienzo de libro favorito? ¿Pensáis que un buen comienzo es el augurio de una buena novela? ¿Cómo empieza el libro que estás leyendo?

Los 50 comienzos literarios a partir del salto.

1- Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino.

“Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Ítalo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida.”

2- Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.”

3- Lolita, de Vladimir Nabokov.

“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.”

4- Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

5- Scaramouche, de Rafael Sabatini.

“Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio.“

6- Yo, Claudio , de Robert Graves.

«Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico esto-lo-otro-y-lo-de-más-allá…»

7- La regenta, de Leopoldo Alas Clarín.

«La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.»

8- Historia de dos ciudades, de Charles Dickens.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.

9- El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias.

“¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanadas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre!”

10- El filo de la navaja, de William Somerset Maugham.

“Nunca he comenzado una novela con tanto recelo. La llamo novela porque no sé qué otro nombre darle. Su valor anecdótico es escaso y no acaba ni en muerte ni en boda.

11- Rayuela, de Julio Cortázar.

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.

12- Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante.

“Showtime! Señoras y señores. Ladies and gentlemen. Muy buenas noches, damas y caballeros, tengan todos ustedes. Good-evening, ladies & gentlemen. Tropicana, el cabaret más fabuloso del mundo…”

13- El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso.”

14- El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald.

“En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza.»Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas…»

15- Tiempo de silencio,  de Luis Martín Santos.

“Sonaba el teléfono y he oído el timbre. He cogido el aparato. No me he enterado bien. He dejado el teléfono. He dicho: «Amador». Ha venido con sus gruesos labios y ha cogido el teléfono.”

16- Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez.

“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.”

17- La metamorfosis, de Franz Kafka.

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.”

18- Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa.

“Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?”

19- Anna Karenina, de León Tolstoi.

“Las familias felices son todas iguales; las infelices lo son cada una a su manera.”

20- El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.

“Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez.

21- Middlesex, de Jeffrey Eugenides.

«Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica en Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974».

22- La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.”

23- El túnel, de Ernesto Sabato.

“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y  que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”

24- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.

«2 de noviembre. He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.

25- El tambor de hojalata, de Günter Grass.

“Lo reconozco: estoy internado en un establecimiento psiquiátrico y mi enfermero me observa, casi no me quita el ojo de encima; porque en la puerta hay una mirilla, y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que a mí, que soy de ojos azules, no es capaz de calarme.”

26- Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk.

«Encuentra al hombre que me asesinó y te contaré detalladamente lo que hay en la otra vida.»

27- David Copperfield, de Charles Dickens.

“Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Para empezar mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.”

28- Babbitt, de Sinclair Lewis.

“Las torres de Zenith se alzaban sobre la niebla matinal; austeras torres de acero, cemento y piedra caliza, firmes como rocas y delicadas como varillas de plata.”

29- La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.

“Yo despierto… Me despierta el contacto de ese objeto frío con el miembro. No sabía que a veces se puede orinar involuntariamente. Permanezco con los ojos cerrados. Las voces más cercanas no se escuchan. Si abro los ojos, ¿podré escucharlas?…”

30- El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers.

“En la ciudad había dos mudos, y siempre estaban juntos”

31- Niebla, de Miguel de Unamuno.

“Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho, con la mano palma abajo y abierta, y dirigiendo los ojos al cielo quedóse un momento parado en esta actitud estatuaria y augusta.”

32- 1984, de George Orwell.

«Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece».

33- Moby Dick, de Herman Melville.

«Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo.»

34- Matadero cinco, de Kurt Vonnegut.

“Todo esto sucedió, más o menos“.

35- El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.

“El 24 de febrero de 1815, el vigía de Nuestra Señora de la Guarda dio la señal de que se hallaba a la vista el bergantín El Faraón procedente de Esmirna, Trieste y Nápoles.”

36- El Siglo de las Luces, de Alejo Carpentier.

«Detrás de él, en acongojado diapasón, volvía el Albacea a su recuento de responsos, crucero, ofrendas, vestuario, blandones, bayetas y flores, obituario y réquiem —y había venido éste de gran uniforme, y había llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada…»

37- Musashi. La leyenda del samurai, de Eiji Yoshikawa.

«Takezo yacía entre los cadáveres, que se contaban por millares. «El mundo entero se ha vuelto loco —pensó nebulosamente—. Un hombre podría compararse a una hoja muerta arrastrada por la brisa otoñal.» Él mismo parecía uno de aquellos cuerpos sin vida que le rodeaban.»

38- Orgullo y prejuicio, de Jane Austen.

“Es una verdad universalmente aceptada, que todo hombre soltero en posesión de una buena fortuna, debe estar en búsqueda de esposa.»

39- El arco iris de gravedad, de Thomas Pynchon.

“Un grito a través del cielo.”

40- Murphy, de Samuel Beckett.

«El sol brillaba, no teniendo otra alternativa, sobre lo nada nuevo.”

41- Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Marquez.

“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.”

42- Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.

“Nací en el año 1632 en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no del país, pues mi padre era un extranjero, oriundo de Bremen, que se había radicado inicialmente en Hull. Gracias al comercio, poseía un considerable patrimonio, y, al abandonar los negocios, vino a vivir a York, donde casó con mi madre, que pertenecía a una distinguida familia de la región, de nombre Robinson, razón por la cual yo fui llamado Robinson Kreutznaer.”

43- El buen soldado, de Ford Madox Ford.

«Esta es la historia más triste que jamás he leído.”

44- El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien.

«Cuando el señor Bilbo Bolsón de Bolsón Cerrado anunció que muy pronto celebraría su cumpleaños centesimodecimoprimero con una fiesta de especial magnificencia, hubo muchos comentarios y excitación en Hobbiton.»

45- Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga.

«Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia.»

46- Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.

“Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador de paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso.”

47- Herzog, de Saul Bellow.

“Si estoy chalado, tanto mejor”, pensó Moses Herzog. Algunos lo creían majareta, y durante algún tiempo él mismo había llegado a pensar que le faltaba un tornillo.”

48- El Capitan Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte.

“No era el más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente.”

49- Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne.

«Un domingo, el 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, volvió precipitadamente a su casa, sita en el número 19 de Königstrasse, una de las calles más antiguas del viejo barrio de Hamburgo.»

50- El principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

«Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba «Historias vividas», una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.»

Madrid, 22 jun. (D.S. / Quelibroleo)

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35 opiniones en “50 comienzos literarios”

  1. Sencillamente increible. Me ha encantado, yo tambien creo que el comienzo de un libro es algo primordial, entre otras cosas. Enhorabuena a todos

  2. Siempre que inicio una novela, recuerdo el inicio del Quijote, del Viejo y el Mar o de Ulises. Me gusta cómo es cada escritor, cómo empieza. Con la hora, con el clima, con la descripción, haciendo menos al lector o invitándolo a entrar. La metaficción muchas veces aparece en estas líneas, interesantes y bellas. Yo no creo que el inicio sea fundamental para que una novela me guste, pero sí creo que son harto interesantes. Saludos.

  3. Hay principios que atrapan y también finales que no te sueltan, y «El filo de la navaja» los tiene los dos. Es, como dice Maugham, «una novela que acaba», sí, pero te deja pensando en ella.

  4. A mi siempre se me quedo en la memoria y en el recuerdo las primeras lineas de cien años de soledad, como muy bien habeis puesto. Como frente al peloton de fusilamiento Aureliano Buendia recuerda como su padre lo llevo a conocer el hielo 🙂 . Un gran post! felicidades!

  5. «Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo».
    PEDRO PÁRAMO, Juan Rulfo

  6. Creo que tal vez el mejor comienzo de nuestra literatura sea el de
    Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento.
    «¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo!»

  7. Un poco tarde para comentar (llegué por azar a la página), pero me gustó el tema y quiero compartir que mi frase favorita es aquella de Las ruinas circulares, un cuento (perdón) de Borges:
    Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra.

  8. Me llamo rojo no comienza así. El verdadero inicio es «Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo» Saludos

  9. «Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. » Las Ruinas Circulares- Jorge Luis Borges

  10. «Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbra adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro.»
    El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez

  11. No coincido con muchas de las elecciones. Me parece que más que grandes comienzos en muchos de los casos son grandes obras, y hay que tener claro que una cosa no implica la otra. No necesariamente una gran obra tiene un gran comienzo y no necesariamente una mala obra tiene un gran comienzo.
    Para mi personalmente, el mejor inicio de los citados, es el Ana Karenina, sobre todo porque es un juicio que trasciende, que puede asimilarse casi cualquier cultura, raza, religión y tiempo y además posee una belleza poetica que lo hace especial.

  12. Hoy ha muerto mi madre, o quizás ayer…….no se.
    Excelente comienzo de El Extranjero, tal vez la mejor novela de Albert Camus.

  13. «Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Ni aún así pudo librarlos como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas del Sol, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día de regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas!
    «La Odisea», Homero.

  14. El inicio que se atribuye a «Cuentos de amor de locura y de muerte», es en realidad el inicio de uno de los cuentos de esa colección; El Almohadón de Plumas. Ojalá hagan la corrección pertinente pues esta entrada del blog es muy buena.

    Saludos y gracias.

  15. El primer párrafo de un libro es fundamental… ¡Cómo olvidar el primer párrafo de Cienc Años de Soledad..!
    Me parece un excelente tema… Aunque también creo que valdría la pena iniciar algo similar con los finales de las mejors obras que hemos leído…
    Me gustaría aportar…
    Saludos.

  16. Geometría hecha carne. No había otro apelativo para lo que se alzaba ante ella.
    Jamás había sentido miedo, y de repente el vacío a su espalda comenzó a tener sentido. El vacío. Así, directo. Sólo tenía que impulsarse hacia atrás para terminar con todo. No supondría una mala solución.

    —Un Día Perfecto para Elis—

  17. Un final:
    Dahlman empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura.
    Borges
    y un principio:
    Era el amanecer. El reloj del comedor acababa de dar las seis de la tarde
    Carpentier
    Estoy seguro que los conocéis!

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