Feria de Guadalaja: Sicarios y capos acechan lectores desde los libros

El narcotráfico no sólo tiñó de sangre la antesala de la Feria de Guadalajara, con la matanza de 26 personas la semana pasada: capos y sicarios esperan agazapados para saltar sobre los lectores desde los libros exhibidos en 35.000 m2 del mayor evento editorial en español.

En los pabellones abundan novelas sobre los capos o sus cortesanas, ensayos que analizan el doloroso costo de la lucha antidrogas y hasta personalísimas reflexiones de autores tocados por crímenes de familiares a manos de sicarios, como el colombiano Héctor Abad Faciolince, a quien le mataron su padre, y el poeta mexicano Javier Sicilia, que perdió a su hijo.

El mexicano José Reveles, analista del fenómeno del narcotráfico, sobre el que ha escrito cinco libros, presentó en la Feria que inició el sábado y concluirá el 4 de diciembre su más reciente obra, «Levantones, narcofosas y falsos positivos», donde analiza los estragos que deja en su país la estrategia del gobierno de sacar a los militares a las calles para combatir los cárteles.

«Las escenas descritas en el libro son más que escalofriantes, mientras las autoridades son copartícipes complacientes y cómplices, convirtiéndose en un Estado dentro de un enorme Estado de corrupción. Por eso están ahí los abusos de policías, ejército y la marina», aseguró el periodista mexicano Felipe Cobián durante la presentación.

La ola de violencia que desató la decisión del gobierno mexicano ha provocado más de 45.000 muertos desde hace cinco años, y también miles de desaparecidos.

«Cinco mil personas desaparecidas en los últimos años, más las que no se han denunciado, son cifras que nos conmueven», aseguró otro periodista, Pedro Mellado, también invitado a la ceremonia.

Un gigantesco cartel amarillo con una pistola anuncia la presentación en Guadalajara de «Hielo negro», de Bernardo Fernández, ganadora del premio Grijalbo 2011.

Se trata de una novela negra que cuenta la historia ficticia de Lizzi Zubiaga, una narcotraficante que organiza un cártel de la efedrina, y de la policía Andrea Mijangos, que acomplejada por su gordura se dedica a cazarla.

Fernández dice que los horrores de sus personajes de ficción palidecen ante los métodos cada vez más bárbaros de los cárteles.

«Si hubiera empezado mi novela con tres camionetas llenas de cadáveres en los Arcos del Milenio nadie me hubiera creído», señaló el autor, en referencia a la aparición el miércoles de 26 cuerpos, asfixiados y muchos marcados con la letra Z en referencia al cártel de Los Zetas, a unos 500 metros de la sede de la Feria del Libro.

Desde otro pabellón de la feria, el poeta mexicano Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado por sicarios a comienzos de este año y que encabeza un movimiento por la paz, compartía la presentación de cuatro libros, todos sobre la fatiga moral que en la sociedad mexicana está causando la angustiante fila de cadáveres que dejan los criminales y el Estado que los persigue.

Sus títulos son ilustrativos: «¡Estamos hasta la madre!», «El México que nos duele», «El Otro México», «México indignado».

Al mismo tiempo, en otra sala el expresidente colombiano César Gaviria (1990-1994) participaba de la presentación de «Políticas antidroga en Colombia, éxitos, fracasos y extravíos», una compilación de ensayos de la universidad de Los Andes de Bogotá.

Pero no es sólo México o Colombia, que ya pagó también una altísima cuota de sangre por combatir la producción de cocaína, alimentada por la demanda de Estados Unidos. El fenómeno está permeando a nuevos países, como Guatemala, como refleja «Vendo mi caja, me quiero morir», la tercera novela del periodista Haroldo Sánchez.

La abundancia de publicaciones consagradas al tema del narcotráfico se refleja también en las ventas. El diario mexicano El Universal estimó tras una consulta a tres de las principales casas editoriales del país que los libros sobre esos temas han vendido en conjunto 350.000 ejemplares el último año.

Guadalajara (México), 29 nov. (Henry Orrego | AFP)

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